
Es una verdadera contrariedad suponer que un hombre (o mujer) es absolutamente libre, sencillamente porque tiene la facultad de hacer lo que bien se le viene en gana. Sabemos que el ser humano es esencialmente espíritu, el cual se encuentra en una etapa de perfeccionamiento, experimentando la existencia humana durante un brevísimo lapso de tiempo en este pequeño espacio y planeta, con el fin de poder desarrollar la fe y los frutos del espíritu, mediante la regeneración de la mente, esenciales para la continuación y prolongación del gran viaje espiritual luego de concluida la existencia material.
El verdadero reto se encuentra en que para ascender a la siguiente promoción, es necesario enfrentar y vencer a un enemigo invisible; el cual se encuentra programado para robar, matar y destruir, haciendo uso de armas espirituales, tales como las mentiras, maquinaciones, astucias, tretas, artimañas, y disfraces, con el fin de persuadirnos de ofender al Creador sin que nos demos cuenta de ello. Por eso se hace necesario regenerar nuestra mente en el conocimiento de las cosas Divinas, y de este modo convertirnos en verdaderos guerreros espirituales.
Ahora, para entender mejor lo anterior, he aquí algunas nociones básicas respecto del ser humano, el cual está conformado de cuerpo, alma y espíritu (no necesariamente en este orden).
El alma está compuesta de tres áreas importantes, las cuales son: la voluntad, las emociones y la mente.
Muchos confunden la mente con el cerebro, el cual es el órgano computacional de todas las funciones psicomotrices del cuerpo humano. El cerebro es responsable de la cognición, las emociones, la memoria y el aprendizaje, además de otras muy complicadas funciones, pero aquí lo que nos interesa saber es, qué es y cómo funciona la mente.
Existe la mente consciente, la mente sub-consciente y la mente espiritual; la que trasciende el espacio y la materia, y es omnisciente y omnipresente según sea la relación y estatura espiritual de la persona, y es el puente de acceso al corazón mismo de Dios mediante la oración honesta, pero es también la puerta de acceso a las fuerzas invisibles que buscan el controlar y esclavizar el alma de la gente, o sea la voluntad, las emociones y la mente. Quien fuere que se apodere de uno o más de estos componentes de alguien, será el dueño del alma de esa persona. Sin importar cuál fuere el temperamento ,ya sea este arrogante, apocado, tímido, extrovertido, quejumbroso, colérico, resistente, deprimido, eufórico, melancólico, alegre, codicioso, desprendido, tolerante, rencoroso, rígido, indulgente, opresor u oprimido, etc. de todas maneras existe en cada uno de estos temperamentos el quiebre a la tentación y el deseo deshonesto y, o desenfrenado.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Rom 12:2)